Negocio
Por qué la ubicación de los quioscos es un juego mental
Cómo la geometría de un comedor dicta el resultado final
Photo by Eatery ClubEl camino hacia la ineficiencia en los restaurantes suele estar pavimentado de buenas intenciones. Considere la historia con moraleja de un restaurador bienintencionado que, tras invertir fuertemente en transformación digital, trató su nuevo hardware como un secreto culpable. Instaló sus quioscos de autoservicio en el rincón más alejado del comedor, escondidos discretamente detrás de la caja, supuestamente para evitar “molestar el flujo principal” de los clientes hambrientos.
El resultado fue un pisapapeles muy caro. En el primer mes, el uso languideció por debajo del 10%. Fue solo tras una intervención estratégica —mover las máquinas directamente al paso de los clientes— que la adopción se disparó al 60% en quince días. El hardware no había cambiado; la psicología sí.
El sesgo de la primera impresión La lógica del diseño se basa en captar al cliente cuando está cognitivamente “fresco”. Cuando un invitado cruza la puerta, se encuentra en un estado de expectativa abierta. Esta es la ventana crítica para introducir la automatización de restaurantes. Las investigaciones sugieren que el 70% de las personas elegirán entre las tres primeras opciones que se les presenten. Al colocar los quioscos en la entrada, los operadores aprovechan esta disposición para decidir. La tecnología oculta es, a todos los efectos, tecnología inexistente.
El río y la roca Un diseño eficaz trata a los clientes como agua. Una regla cardinal de la gestión del flujo de clientes es la creación de corrientes paralelas. Imagine dos arroyos que corren uno al lado del otro: uno para el servicio de mostrador tradicional, el otro para los pedidos digitales. Estas corrientes nunca deben cruzarse. Los datos de McDonald’s, el gigante de la comida rápida, indican que separar estos flujos puede aumentar la capacidad de rendimiento en un 40%. Cuando las filas convergen, reina la confusión y la eficiencia colapsa.
La geometría del confort Quizás la perspectiva más intrigante proviene de una pequeña cadena de hamburgueserías que implementó lo que ahora se conoce como el “Triángulo Mágico”. Colocaron dos quioscos cerca de la entrada y uno en el centro de la sala. Los resultados fueron sorprendentes: las colas se evaporaron y el ticket promedio aumentó un 28%.
El propietario tropezó inadvertidamente con una verdad sociológica. “Creamos zonas de confort”, señaló. “Los extrovertidos se dirigían al quiosco central, mientras que los introvertidos gravitaban hacia los periféricos”. Al alinear las estrategias de ubicación de quioscos con el temperamento humano, el restaurante no solo automatizó los pedidos; los humanizó. En el juego de alto riesgo de la hostelería, resulta que dónde se coloca la pantalla importa tanto como lo que hay en el menú.
